Deposita Padilla Becerra ofrenda floral en Parque de la Paz
07/06/2017
Hiroshima, Japón.- Como un reconocimiento a las personas que fallecieron en la explosión de la bomba atómica de 1945 y considerado el símbolo de paz mundial, el Cenotafio Memorial en el Parque de la Paz se erige en el corazón de esta ciudad.
Este lugar inspira los conceptos en que se basa el Movimiento Olímpico y por eso, el presidente del Comité Olímpico Mexicano (COM), Carlos Padilla Becerra, visitó este emblemático sitio y depositó una ofrenda floral.
Acompañado por su esposa Patricia García, así como de la comitiva mexicana y del director del Museo Memorial de la Paz de Hiroshima, Kenji Shiga, se guardó silencio por las víctimas de la bomba atómica, suceso que aún queda intacto en la mente de los japoneses.
El Cenotafio cubre una cámara de piedra y es el monumento principal que honra a las víctimas de aquella tragedia, el cual guarda los nombres de las personas que perdieron la vida a causa del desastre nuclear.
Padilla Becerra expuso que el Comité Olímpico Mexicano se siente honrado por estar en esta ciudad y de que los atletas mexicanos que recibirá la ciudad como sede de sus campamentos, sentirán el por qué se eligió a Hiroshima, ciudad de paz y desarrollo.
“Quiero decirles que ojalá la llama que está encendida se apague muy pronto y poder ver un mundo sin armas nucleares”, comentó.
Consideró que una tragedia como la de 1945 no debe volver a repetirse, “por eso queremos que los jóvenes mexicanos entiendan a Hiroshima como la ciudad de paz, de benevolencia hacia sus visitantes y de desarrollo a la humanidad”.
Después se dio paso al recorrido por el Museo, donde queda intacta la memoria y hay tiempo para la reflexión. Donde la tragedia marca la pauta de lo que vivió Hiroshima y de los años que tuvieron que pasar para su reconstrucción.
Un reloj marca la tragedia. Las 8:15 horas es el sello de la catástrofe, de aquellos momentos de incertidumbre y sufrimiento que vivió el pueblo de Hiroshima. Los estragos de la explosión quedan en la ropa de aquellos niños que ignoraban el suceso y en fotografías la huella y el rostro de la tristeza.