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30/08/2016
Hacer historia para el pentatlón moderno y haber tenido la mejor competencia de su vida fueron los objetivos que cumplió Ismael Hernández en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 y ahora toca disfrutarlo y esperar los siguientes planes.
Aunque no tiene definido si estará en el próximo ciclo olímpico, si tiene la ilusión de competir con su hermano Emiliano en Tokio 2020.
“Si pienso en aventarme en el 2020, es una posibilidad tangible y real porque tengo las ganas y tal vez el gusto de poder compartir esa experiencia olímpica con mi hermano, y porque no, competir los dos juntos representando a México. Esa es una de mis grandes ilusiones”.
Emiliano joven pentatleta, medallista mundial juvenil, sigue los pasos de su hermano mayor Ismael, quien hizo historia en este deporte al aportar una medalla en Río 2016 y quien trabajó ocho años con una meta trazada, aunque pasó por altibajos que al final se vieron recompensados con un metal de bronce.
“Mi hermano es mucho mejor que yo cuando tenía su edad, ha madurado y crecido bastante. Ha dado sus resultados, tiene entre sus haberes una medalla de bronce mundial juvenil y un oro por equipos, va bastante bien, creciendo como atleta y persona. Una de mis ilusiones es hacer esa mancuerna con él en 2020”, indicó.
Hernández Uscanga siempre creció con la idea de mejorar cada una de las generaciones anteriores, así que el objetivo era claro en superar el séptimo lugar de Ivar Sisniega en Los Ángeles 84, además de estar inspirado por grandes deportistas en su momento.
“Se tiene que ser mejor que la anterior generación, lógicamente la parte de Horacio de la Vega, Ivar Sisniega, Sergio Salazar, ellos me inspiraron para querer alcanzarlos y hasta superarlos. Ellos fueron mis primeros ídolos en el pentatlón, los que pusieron las bases y líneas de lo que debía hacer, para ser mejor que ellos y entrar a los libros de historia como el mejor pentatleta mexicano”.
Sin embargo, el apoyo de la familia fue el primer impulso que lo llevó a alcanzar su sueño, sobre todo de su padre, quien fue un artífice en este logro.
“Mi padre tiene una virtud que a veces es un defecto: le gusta tener el control sobre mí, sobre toda la situación y bajo esos términos nos preparamos y nos preparamos para estar precavidos ante cualquier situación”.
El camino lo inició hace ocho años rumbo a Londres 2012 y sabía que tenía que hacer unos buenos Juegos Centroamericanos en Mayagüez, donde logró plata, sin embargo, se vio interrumpido ese sueño tras llegar el desafortunado caso de dopaje que lo alejo de los Panamericanos Guadalajara 2011.
Cuándo buscó la calificación a los Juegos Olímpicos dentro del Mundial, tuvo un accidente en el caballo, lo que lo dejo herido emocionalmente y estuvo a punto de aventar la toalla, pero una de las razones por las cuales se levantó fue el apoyo de su familia que lo impulso a buscar otro ciclo olímpico.
“Una de las cosas que pasa ese año es que mi familia compra un perro al que llamamos samba y ese fue nuestro inicio de este ciclo olímpico, el inicio de esta nueva aventura. Después de eso nuevamente planeando todo el ciclo olímpico, sabíamos que teníamos que hacer unos buenos Centroamericanos en Veracruz, teníamos que lograr una medalla en Panamericanos de Toronto para lograr la clasificación Juegos Olímpicos”, señaló.
Y de esta manera, enfocarse a cada una de las pruebas esgrima, equitación, natación y la pista de atletismo. “Al final era darlo todo para consagrarse en los Juegos Olímpicos”.