23/03/2015
Luz y sombra. De héroe a villano. Así de simple se puede resumir la vida olímpica de uno de los mejores andarines del mundo como Bernardo Segura Rivera, bronce en Atlanta 96, única medalla lograda por México en dicha justa veraniega. El mexiquense era un andarín de excelencia, pero le gustaba arriesgar su técnica, y por lo mismo, siempre se puso al filo de la navaja hasta que fue un aliado frecuente de las descalificaciones.
El mexiquense era un andarín de excelencia, pero le gustaba arriesgar en su técnica y por lo mismo, siempre se ponía al filo de la navaja hasta que fue un aliado frecuente de las descalificaciones. Participó en Atlanta 96 y Sydney 2000. Paladeo las mieles del triunfo en los Juegos del Centenario, y tuvo el sabor amargo de la descalificación en Australia, en un tema polémico al insistir que jamás le mostraron las tres tarjetas amarillas, y fue acusado de mentiroso por el entonces titular del COM, Mario Vázquez Raña.
Bernardo confirmó su historial de éxitos el 7 de mayo de 1994 en el circuito de Softeland, en Bergen, Noruega, al imponer tres récords mundiales: 15 y 20 kilómetros, y el de la hora, durante el torneo atlético que se llevó a cabo en dicha localidad.
Los nuevos récords fueron: en 15 kilómetros (57:47 minutos), en la hora (15 mil 577.3 metros), mientras que en 20 kilómetros (1:17.25 horas), superando el impuesto en la pista de Fana, Noruega el sueco Stefan Johansson 1:18.35). Y llegó el momento para Bernardo: el 26 de julio de 1996 logró bronce en Atlanta.
Bernardo Segura Rivera
A mil metros de la meta da un jalón el mexicano Miguel Angel Rodríguez, pero los jueces lo descalificaron. Esto lo aprovecharon Jefferson y Markov para irse a la punta, mientras Bernardo caminó conservador por tener dos preventivas. Pérez (1:20.07 horas) le dio a su país la primera medalla olímpica en su historia. La plata fue para Markov (1:20.16) y bronce a Segura (1:20.23).
Felicidad durante cuatro años para Bernardo, hasta que llegó el fatídico 22 de septiembre de 2000 en territorio australiano, día de los 20 kilómetros. El empuje de Segura y Noé Hernández estaba acompañado por el ritmo del polaco Robert Korzeniowski, de Jefferson Pérez y el ruso Vladimir Andreyev.
Los mexicanos y el polaco llegaron juntos al Estadio Olímpico y ahí fue donde Segura tomó ventaja en los últimos metros para cruzar la meta en primer lugar, seguido por Korzeniowski y Noé.
Bernardo se paseó en la pista enfundado con una bandera de México, con ella atendió el llamado telefónico del presidente Ernesto Zedillo, y cuando era entrevistado por una televisora, 11 minutos después de terminar la competencia, el jefe de jueces Brian Roe, lo ubicó para enseñarle el tercer cartón amarillo: descalificación automática.
Segura preguntó a los que le rodeaban: ¿Un juez me descalificó? Y cuando le dijeron que era cierto, dio la espalda, azotó la bandera al suelo, comenzó a gritar palabras altisonantes y se recargó cabizbajo sobre una valla metálica. Autoridades del Comité Olímpico Mexicano presentaron de inmediato una protesta sobre el resultado. “Yo sólo había recibido una amonestación. “Yo soy el campeón olímpico sin medalla”, insistió.
Llorando en Sydney (Mexsport)
Era tal el enojo de la dirigencia mexicana, que el titular del COM, Mario Vázquez Raña dijo que llevaría el caso al Ejecutivo del COI, tras no prosperar ninguna de las cuatro apelaciones presentadas por Felipe Muñoz, jefe de la delegación al Secretariado Técnico de la Federación Internacional de Atletismo Amateur (IAAF).
La apelación se fundamentó en dos puntos: Segura nunca fue notificado de la segunda advertencia de descalificación, que al parecer fue para Noé Hernández, y que los jueces violaron el reglamento al comunicarle la decisión al atleta 11 minutos después de finalizada la competencia, cuando debe ser de inmediato.
Pero el Tribunal de Arbitraje del Deporte rechazó las apelaciones, no procedían porque “las infracciones del atleta ocurrieron a las 13:51, 13:59 y 14:05 horas (tiempo local)”, se informó en un comunicado. Roe, en conferencia de prensa, aclaró que Segura fue descalificado desde antes de entrar al Estadio Olímpico, pero una falla de comunicación provocó la confusión.
“Los reportes de advertencia de descalificación llegaron después de que los atletas pasaron la zona donde, físicamente, ya no se elimina a nadie, que es donde los atletas terminaron el circuito para ingresar al estadio, por lo tanto, ya había abandonado esta zona para llegar al escenario”.
Mario Vázquez Raña, al día siguiente, decidió presentar una apelación ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo, pero antes de hacerlo, habló telefónicamente a México con Segura para saber si quería que procedieran los trámites. Le preguntó si deseaba que se continuara con los trámites ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo, a lo que contestó afirmativamente; y le volvió a preguntar si no infringió las reglas, y respondió que no, entonces le comentó del procedimiento de juicio civil al que podrían llegar en Londres, Inglaterra.
Pero de manera sorpresiva, y por la tarde de ese día, tras nuevas averiguaciones y un nuevo análisis, Mario Vázquez Raña dio una conferencia de prensa, y muy molestó, calificó a Segura de mentiroso, de hacer una gran campaña “haciéndose el mártir porque el atleta sabía de su descalificación y a mí, personalmente, me dijo que no había violado las reglas de su competencia”.
Gran conmoción y revuelo causó todo este lío, lo cual aprovechó un programa de televisión para invitar a Segura (9 de octubre) con la idea de someterlo a un detector de mentiras. La prueba, que casi paralizó a medio país con tal de saber el resultado del examen, fue por la mañana, y en apariencia, lo pasó sin problemas.
Pero Mario Vázquez Raña, entrevistado después, y tras explicar lo sucedido en Sydney, se mantuvo firme: “El señor Segura ha realizado un gran trabajo de activista que lógicamente cualquier persona aprovecharía, haciéndose el mártir de toda esta situación.