19/03/2015
México participó con 68 deportistas en los Juegos Olímpicos Roma 60 y fue el clavadista Juan Botella quien daría la única medalla a nuestro país, de bronce en trampolín de tres metros, pero disfrutada al máximo por propios y extraños.
Botella Medina nació el 4 de julio de 1941 en el DF y desde los cinco años comenzó a tirarse del trampolín de la alberca del Deportivo Chapultepec. Al paso del tiempo fue destacándose como clavadista.
Los expertos aseguraban que sus virtudes eran el control y dominio del bote, además de tener un don natural para caminar en el trampolín. A sus 15 años sorprendió al mundo por ser doble finalista olímpico en Melbourne 56 al lograr doble décimo sitio (trampolín y plataforma). Por su corta edad, sorprendió a técnicos estadounidenses y europeos.
En los Centroamericanos y del Caribe venezolanos de 1959, ganó oro en trampolín y plataforma, y otra vez varias escuelas de EU le ofrecieron becas; escogió la de Ohio State por estar el reconocido entrenador Mike Pepe, aparte de impartirse la carrera de arquitectura, preferida del saltador.
El 27 de agosto, en los Juegos Olímpicos de Roma, Botella pasó a la final de trampolín. La definición de metales fue el día 29, y la distribución se supo hasta el último salto por lo reñido de la competencia. Al final ganó Gary Tobian, seguido por San Hall y de Botella.
En el último clavado, Hall realizó un mortal de dos vueltas y media para 21.87 puntos totalizar 167.08; Tobian, con el mismo salto obtuvo 21.33 (170.00) y Botella, con un mortal de dos vueltas y media hacia atrás, 14.84 puntos (162.30).
Meses después conquistó el Premio de Mejor Deportista Mexicano del Año, votación pública realizada a través del diario La Afición, en la cual superó al ciclista Porfirio Remigio (campeón de la Vuelta a México), la esgrimista Pilar Roldán (finalista en Roma 60), el piloto Ricardo Rodríguez (segundo en las 24 horas de Le Mans), el bolichista Tito Reynolds (campeón mundial) y el tenista Rafael Osuna (campeón de dobles en Wimbledon).
Juan terminó la carrera de arquitectura, le faltaba la tesis, pero la UNAM no le revalidó sus estudios y debió empezar de nuevo, lo cual le afectó físicamente. Entre los clavados, sus estudios y su idea de publicar un libro, que con fotografías explicaría la mecánica de cada salto, casi no dormía, y le entró un tremendo agotamiento nervioso.
El Nacional de clavados que ganó en 1965, fue su última competencia. En 1969 terminó su carrera, pero la tesis y el libro quedaron pendientes al morir el 17 de julio de 1970, a la edad de 29 años.